diferencial bancario

Manuales - Diccionario

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01-01-2015

Hace referencia a la diferencia entre los intereses del activo y del pasivo de las entidades que forman el sector bancario, esto es bancos, cajas de ahorro y cooperativas de crédito. Es el resultado que puede denominarse financiero entre los empleos y los recursos manejados por las entidades bancarias.
Diferencial bancario es el que resulta entre los tipos de interés aplicados a las operaciones activas de crédito y los tipos aplicados a las operaciones pasivas. Como es evidente este diferencial no puede ser deducido de determinadas operaciones de signo contrario, sino que debe recurrirse al pool de recursos ajenos y al pool de los créditos. Por otro lado la asimetría de plazos entre el pasivo y el activo hace también difícil encontrar masas de fondos de plazos homogéneos para comparar sus tipos de interés y obtener el diferencial. Más aún, sólo la comparación de intereses, incluso al nivel del pool general de una entidad o conjunto de entidades tampoco informa con rigor mínimo, por lo que hay que considerar un concepto amplio de intereses en el que se englobe cualquier tipo de percepción (intereses y comisiones) devengadas por la operación crediticia o de depósito o deuda.

El diferencial bancario es engañoso si no se considera sobre los activos medios efectivamente prestados y sobre pasivos medios efectivamente remunerados. En efecto, si se toman los activos totales medios (ATM) ahí se engloban los activos no rentables y una mezcla tan heterogénea de activos productivos que si bien puede informar sobre el nivel de rentabilidad media de los activos empleados es válida para mostrar el denominado margen financiero, pero no es útil para definir un diferencial de intereses bancarios en un sentido más realista. Pero por otro lado, el diferencial entre los tipos medios de colocaciones de activo y captación de pasivo estará influenciado por el grado de recursos ociosos que impongan las normas legales (coeficiente de caja, coeficiente de inversión) y de recursos propios que deban mantenerse (coeficiente de solvencia). En efecto, cuanta mayor proporción de recursos captados hayan de mantenerse improductivos (c) es evidente que el resto de esos recursos deberá colocarse a tipos más elevados para mantener un mismo nivel de rendimiento en términos monetarios (si c > c’; ia > ra’; en donde ia son los tipos de interés medios para los activos rentables). Pero esto es presuponer que mayores coeficientes de activos improductivos afectan exclusivamente a los tipos de activo, siendo más cierto que el diferencial se mantiene tanto aumentando los tipos de activo como reduciendo los de pasivo, cuando los coeficientes presionan más. También un mayor coeficiente de solvencia repercute de la misma forma, puesto que si hay que remunerar más recursos propios también habrá que aumentar el diferencial.

Por otra parte, el diferencial bancario no es una constante, fluctúa y no poco, pero las razones por las que unas veces es más elevado y otras menos son muy complejas. En primer lugar la simetría en los movimientos de precios activos y pasivos del dinero no se produce en la realidad. En un contexto de elevada volatilidad de los tipos de interés las operaciones activas y pasivas tienden a contratarse con períodos más breves de revisión de tipos de interés. Es observable que cuando se presume una posible variación a la baja de los tipos de interés, de inmediato las entidades reducen los plazos a los que aceptan depósitos y en las cuentas remuneradas a la vista también anticipan la bajada. Por otro lado, las operaciones activas en volumen considerable se conciertan con tipos revisables, pero aquí tales revisiones no pueden anticiparse a la tendencia, sino que se ajustan a los plazos de revisión y a los tipos existentes en ese momento. Por lo tanto, las entidades de depósito pueden actuar más rápidamente sobre los tipos del pasivo que sobre los del activo. La consecuencia es que una previsible bajada de tipos de interés provocará, de inmediato, una ampliación del margen porque antes se reducen los tipos de pasivo que los de activo. Por el contrario, una previsible elevación de los tipos de interés estimulará a las entidades a tomar depósitos con plazos más largos de revisión y a los tipos actuales que aún no reflejan la esperada subida. Naturalmente que lo que antecede deja ver el problema de los riesgos de tipos de interés.

El diferencial de tipos de interés no sólo tiene utilidad para medir la eficacia global en la intermediación financiera de una entidad bancaria o del conjunto de un determinado tipo o de todo el sector bancario, sino que es un dato significativo para evaluar las características de una determinada oficina bancaria y para calificar su gestión en virtud de las directrices marcadas desde los órganos superiores de dirección del negocio de banca comercial. Esta medida se viene realizando en la banca desde hace muchísimos años, tomando en cuenta el coeficiente de inversión local, es decir el volumen de sus inversiones crediticias directas en relación con los recursos captados en su radio de actuación por una oficina. Hay dos maneras de calcular el diferencial:

Una tradicional, en la que si la oficina cede parte de sus recursos al pool de la entidad, lo que significa que tiene un coeficiente de inversión local inferior al 100 por cien, los recursos cedidos se remuneran por la central a un tipo promedio cuya cuantía dependerá de aplicar un criterio de neutralidad, es decir el mismo que resultaría de colocar los fondos en el mercado interbancario o bien otro de atracción de recursos remunerándolos a un tanto algo mayor. Todo depende de la estrategia global del negocio. Naturalmente, en las oficinas en las que las inversiones locales superan a los recursos locales, los criterios de cesión de recursos pueden ser igualmente o neutrales o bien penalizadores del exceso de inversión. Naturalmente el diferencial que obtenga la oficina dependerá de su capacidad de negociación de los activos y pasivos, pero también de la estructura de su balance. Si en su radio de actuación predomina el negocio con las economías domésticas es posible que su diferencial marque diferencias notables con otra oficina en el que su mayor volumen de negocio se realice en la clientela empresarial. Por lo tanto, la evaluación de los diferenciales de interés desde los órganos regionales o zonales de control de la gestión debe considerar una serie de variables significativas.

La otra forma de cálculo del diferencial es calcular el tipo medio de interés percibido por las inversiones locales y el tipo medio de interés de coste de los recursos ajenos captados. El diferencial es simplemente la diferencia entre ambos tipos. En esta forma de cálculo se desliga completamente la relación entre captación de recursos e inversiones locales. Muestra más nítidamente la política de precios aplicada pero esos precios siempre estarán influenciados como indicamos en el párrafo anterior por el tipo de clientela que predomina en el radio de una oficina.

La amplitud del diferencial de interés a nivel global es un dato comparativo que informa sobre la eficacia para incrementar la rentabilidad de los capitales y cubrir los costes de explotación y todas las demás cargas; pero también informa sobre el grado de competitividad del sector bancario. Diferenciales muy elevados son constatables en donde la competencia bancaria es muy débil o donde existe monopolio de la actividad. Claro que existen excepciones en ámbitos muy competitivos de líderes que mantienen diferenciales elevados por el empleo de estrategias de selección de los segmentos de negocio más rentables. De todas formas, en esta cuestión no debe olvidarse que juega también un papel importante la seguridad de las inversiones. Es normal que cuando más garantías ofrece el demandante de fondos, menor tipo de coste está dispuesto a soportar por los mismos. Es pues necesario que el incremento del diferencial de tipos de interés no se obtenga asumiendo riesgos de crédito desproporcionados.

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