dinero bancario

El dinero bancario surge al incrementarse el cambio trayecticio, puesto que debían mantenerse depósitos de dinero en poder de los mercaderes y orfebres que se transforman en banqueros. Ya en la Edad media las ferias contribuyeron a la liquidación de operaciones con dinero no físico, utilizando tanto títulos de crédito como la compensación de pagos. Los banqueros de feria no hay duda que utilizaban formas de dinero bancario. Desde el siglo XIV al siglo XVIII hay abundante documentación y rastros de concesiones reales y municipales para intermediar pagos y garantizarlos en las ferias y mercados que se convocaban en las más importantes plazas y en épocas fijas. El giro a una feria es tradicional en las cambiales.

Los bancos de depósito se iniciaron en el siglo XV y en el XVI ya mantenían cuentas sobre las que se giraba habitualmente. Algunos bancos públicos funcionaron como bancos de depósito, entre ellos la Taula de Canvi de Barcelona y la de Valencia. En aquellos momentos los bancos no podían crear dinero bancario, pero era evidente que sí se utilizaba el dinero bancario, aunque la cobertura tuviera que ser al cien por cien en dinero metálico, puesto que se realizaban transferencias mediante simples asientos en los libros del banco, sin manejo de efectivo. Las bancarrotas se producían precisamente cuando se utilizaba el dinero metálico depositado para otros fines que no fuera el reintegro a los depositantes, si bien sólo han llegado a nosotros los casos desafortunados, pero no hay duda que en cierta medida estas instituciones utilizaban el dinero recibido para otorgar crédito a personas diferentes a los depositantes o para adelantar a éstos fondos a cuenta de futuros depósitos. En la Taula de Valencia se realizaron estas operaciones de las que se tuvo noticia varios años más tarde. A finales del siglo XVII el dinero bancario, esto es movimiento de pagos con los depósitos del dinero efectivo, eran de uso normal por el Banco de Amsterdam y otros bancos europeos que siguieron su ejemplo. Paralelamente al incremento del uso del billete de banco, del descuento de efectos de comercio y de la concesión de crédito en descubierto y, finalmente, de la introducción paulatina del uso del cheque fue acrecentándose el volumen de los depósitos bancarios y consiguientemente del uso de los mismos para realización de pagos por transacciones económicas y financieras.

El dinero bancario actualmente está formado por los depósitos a la vista existentes en las Entidades de Depósito. En un sentido más amplio se incluirá también el crédito disponible a la vista por los clientes del sistema bancario. Los titulares de los depósitos usan libremente estos fondos para efectuar pagos sin realizar movimiento de dinero efectivo. Se ha dicho que la materia prima con la que trabajan las entidades de crédito es el dinero. Es cierto que el dinero en las operaciones activas y pasivas tiene una función especial para la entidad de crédito, que no es semejante a la que tienen empresas de otros sectores, porque para las entidades bancarias es un bien mueble de naturaleza específica, dotado de la máxima fungibilidad y sujeto al principio nominalista, siendo aplicable: "Consistiendo el préstamo en dinero, pagará el deudor devolviendo una cantidad igual a la recibida, con arreglo al valor legal que tuviere la moneda al tiempo de la devolución, salvo si se hubiera pactado la especie de moneda en que había de hacerse el pago, en cuyo caso la alteración que hubiere experimentado su valor, será en daño o en beneficio del prestador". En la totalidad de los contratos bancarios, bien por operaciones activas o pasivas, las condiciones anteriores están presentes, tanto para las que se realizan en moneda nacional como en divisas extranjeras. Así en un contrato en divisas el riesgo de cambio inmediato es soportado por el cliente, que eso sí podrá cubrirlo mediante un seguro de cambio o una operación a plazo o en los mercados de opciones sobre divisas. Pero las entidades crediticias también corren riesgos si no mantienen una simetría absoluta en las posiciones en divisas, tanto en la cuantía y denominación como en los plazos, lo que en la práctica es imposible y además no proporcionaría el beneficio que justificase la entrada en estos mercados. Pero la gestión de los recursos e inversiones en divisas de las entidades bancarias, conducen a la cobertura de los riesgos manteniendo un nivel mínimo de posiciones abiertas sin cubrir mediante las contrapartidas, correspondientes en los mercados a plazo o de opciones.

Por otra parte, en las entidades de crédito se establecen obligaciones de pago, deudas en dinero, pero constituidas por dinero bancario, es decir, por anotaciones contables que originan deuda de dinero a favor o en contra de la entidad de crédito y que pueden cumplirlas con disposiciones de fondos de este mismo dinero bancario en la mayoría de los casos. Por ejemplo, el saldo deudor de una cuenta corriente o de crédito queda cancelado por entrega de un cheque a cargo de otra cuenta. Se produce una transferencia de la deuda, pero de hecho una deuda de dinero ha sido saldada y en la cuenta donde va a parar el cargo del cheque la deuda también puede quedar saldada si hay un saldo disponible como cobertura del cheque, y ello sin usar la moneda de curso legal, puesto que se ha empleado la compensación.

En la actualidad el dinero bancario es utilizado masivamente para la realización de pagos, si bien en los últimos tiempos se está produciendo una elevación de la utilización de dinero efectivo si bien las causas son exógenas al sistema de pagos, puesto que tienen su origen en factores fiscales.

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