inteligencia

En un sentido general la inteligencia es la facultad de conocer, es el conocimiento, la comprensión, el acto de entender, de inferir, también habilidad, destreza y experiencia. Pero todos estos significados ponen de manifiesto que la inteligencia es una facultad o fenómeno complejo que se revela como un elemento diferenciador de los seres dotados de /intelecto/ es decir de entendimiento gracias a poseer potencia cognoscitiva. El conocimiento llega a través de la percepción de los fenómenos exteriores y de la capacidad intelectiva, en su aspecto de aprendizaje. Kant resumió así la cuestión, pero afirmó algo más y es que para alcanzar el conocimiento hacía falta la inteligencia, la posesión de un sistema heurístico en su más sublime acepción.
De todas formas, la comunicación exterior resulta indispensable para que la inteligencia elabore el conocimiento. Si bien una reflexión se introduce aquí, y es, en que grado el ingente volumen de la información genética transmite inteligencia como componente hereditario. Hay que admitir que, en parte, la inteligencia es pasada de una generación a otra, tanto a nivel genético como social, aunque en este aspecto puede ser sólo un elemento que coadyuva al desarrollo de la inteligencia.

Llegados a este punto hay que matizar que el conocimiento tiene muy diversos niveles, que van desde la comprensión de hechos observables muy elementales que inducen reflejos condicionados a la de fenómenos muy complejos de asimilar y concretar racionalmente. Y puede hacerse una pregunta, ¿en qué nivel del conocimiento comienza la inteligencia como propiedad superior y exclusiva del ser humano?. Porque se habla de inteligencia animal y, como veremos en el artículo siguiente, de inteligencia artifical. El entendimiento es la cualidad de un ser para concebir cosas o fenómenos abstractos, compararlas, deducirlas, juzgar o valorar e inferir, inducir o deducir consecuencias de otras anteriores en el tiempo y cuyo conocimiento conserva. Más aún, la inteligencia es creativa, o lo que es lo mismo, en base a una serie de conocimientos que conserva la memoria puede inducirse un proceso pensante de creación de hechos, fenomenos o cosas no existentes y conocidas previamente por el ser inteligente. El resultado es un nuevo conocimiento producto de una investigación consciente (¡o inconsciente!).

La inteligencia se sitúa en la corteza cerebral. La percepción del exterior que permite actividad inteligente de comprensión de los fenomenos del entorno, llega a través del sistema nervioso desde los centros sensoriales que reciben estimulos de los órganos de los sentidos. Entonces la inteligencia consiste en la facultad de asociar fenémenos del pasado con otros del presente y tomar infinitos caminos o decisiones, muchas muy próximas o parecidas otras divergentes en mucho o en todo de las anteriores.

Pero todo cuanto se ha dicho exige la capacidad de inteligencia de reconocer símbolos y signos, darles un valor y utilizarlos. La inteligencia reconoce primero símbolos como elementos de lenguaje y les da más tarde coherencia y crea el lenguaje. Amplia el lenguaje por medio de símbolos representados de muy diferente forma a través de los sentidos y de los órganos de comunicación y captación del entorno. Se basa en una cadena finita de símbolos en las que cada uno, según su situación, adquiere un sentido diferente como igualmente el conjunto de símbolos. El lenguaje no es uniforme, existen infinidad de lenguajes y clases de lenguaje, entendiendo como tal un sistema de comunicación. Sólo verbales y en uso actualmente se estiman en más de 3.000 los lenguajes naturales. Pero hay otra infinidad de lenguajes y muchos de ellos son traducibles a otros lenguajes de la misma composición morfológica o de otra diferente. Las ondas herzianas se traducen a cualquier otro lenguaje, por medio de instrumentos creados por la inteligencia humana. El ser humano utiliza múltiples lenguajes al servicio de su inteligencia para captar, transmitir y elaborar información. El pensamiento y ciertas actividades de la inteligencia se sirven constamente de un lenguaje apropiado. Si no existiera ningún lenguaje, ninguna clase de lenguaje, sería imposible la actividad inteligente. Y esto tiene significado en cualquier demostración inteligente. La percepción global de la inteligencia humana parece como si no tuviera que utilizar ningún lenguaje. Pero lo utiliza, porque no existe percepción consciente si no provoca inmediata o mediatamente alguna respuesta o acción inteligente. Un pintor puede percibir globalmente una imagen y trasladarla más tarde a un cuadro. Es evidente que su inteligencia va a elaborar la imagen tomándola de su memoria el cuadro, pero sólo porque dispone de una serie de lenguajes que permiten realizar la actividad de pintar: todos los conocimientos adquiridos, desde la identificación y reconocimiento de los colores, los útiles, la perspectiva, la identificación de las formas, han llegado a su cerebro a través de diferentes formas de captación de información estructurada en un lenguaje o interpretadas por un lenguaje.

La inteligencia se sitúa en el cerebro y se busca en las redes neuronales y se localizan en cada centro o nódulo neuronal las funciones concretas que realizan en los procesos del conocimiento, la percepción e interpretación, la elaboración de decisiones, la memoria, la transmisión de información a través del sistema nervioso, etc. Pero la inteligencia en su nivel más elevado y superior se confunde con el alma. El alma se define como substancia espiritual e inmortal, conocimiento de Dios, con facultad de entender, querer, sentir, distingir el bien del mal, que es esencia del hombre. La concepción del alma como fuente de entendimiento racional superior del ser humano, que no de conocimiento. Esta es una cuestión sujeta a debate. Los agnósticos o seguidores del materialismo refutan la esistencia del alma y reducen la inteligencia al conocimiento de los fenómenos, al aprendizaje como resultado de la evolución.

La inteligencia es apreciada por otros seres inteligentes. Es más ha sido sometida a medida, el famoso coeficiente de inteligencia, cuyo valor es por supuesto relativo, aunque suficiente para aplicaciones muy concretas. Es una evidencia comparativa en base a un concepto de "capacidad intelectiva normal".

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