mercados de arte

Los mercados de arte, de los que cabe destacar el de pintura y escultura, se desenvuelven en tres niveles bien definidos, algunos de los cuales están reservados a las plazas con mayor pujanza económica y financiera. El nivel primario lo constituyen las exposiciones organizadas por los autores en combinación con galerías de arte para la venta de su producción durante un determinado período y, por supuesto, las ventas directas de los autores, aunque esto no pueda ser considerado como un mercado. En las plazas más importantes hay galerías que mantienen la venta de varios autores cuya producción contratan en exclusiva o por un período o volumen de obra. En otro nivel se organizan muestras o exposiciones conjuntas promocionadas por las asociaciones de galeristas, periódicamente, en ocasiones de carácter monográfico. Finalmente, otro segmento del mercado está formado por las salas de subastas, especialmente las de renombre mundial, en las que se sacan las obras de artistas ya desaparecidos de todas las épocas, como igualmente de los más renombrados pintores y escultores de la actualidad. En estas también se realizan subastas de colecciones artísticas de joyas de gran valor.
La pintura, la escultura y otras facetas artísticas (joyas, relojes, grabados, tapices, alfombras) se adquieren por inversores que abarcan en la diversificación de la colocación de sus capitales también estos mercados. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que están sujetos a procesos especulativos, especialmente cuando en general la economía está pujante, a ciclos o modas de determinados estilos o escuelas artísticas, épocas o formas de expresión artística, lo que significa que se precisa un conocimiento y experiencia no sólo en cuanto a la estimación del valor y autenticidad de cada obra, sino de la evaluación de la coyuntura, considerando que en estos mercados además de los inversores a largo plazo y de los coleccionistas, también acuden en determinados momentos, como hemos señalado, especuladores que empujan al alza temporalmente los precios, bien en general, bien estimulando la tendencia hacia una determinada escuela de pintura, época o estilo (por ejemplo, Arte Deco; Arte Nouveau; Cubismo; Impresionismo, Pintura del Siglo ...; etc.). La última onda especulativa de importancia a nivel mundial (otra semejante se produjo entre 1924 y 1928, en la fase expansiva inductora de la Gran Crisis del 29), comenzó a principios de 1987 con la pintura moderna y contemporánea especialmente, reforzada por el crash de las bolsas de 1987, y así el índice de Sotheby’s se elevó en dos años (1987/1989) al 154 %. Pero en el inicio algunos casos fueron espectaculares, como fue el cuadro "Los Girasoles" de Van Gogh, vendido por la sala Chistie’s de Londres en 24,2 millones de libras, y la especulación mantuvo las obras sobrevaluadas, y no sólo en pintura, hasta mediados de 1990, momento desde el que el mercado viene cayendo y no parece que se estabilice al cierre de esta edición. El aspecto financiero de la crisis se traduce en que en la fase alcista fueron bastantes los inversores que tomaron préstamos y, lógicamente, a los precios pagados se suma el coste financiero y en el supuesto de liquidación por venta la consolidación de importantes pérdidas. El caso más relevante e ilustrativo a nivel mundial lo han protagonizado en este último boom y sucesivo desplome dos inversores japoneses, juzgados en aquel país por supuestos fraudes, en el que se manejó una inversión, financiada con créditos de un banco japonés, de 521 millones de dólares en más de 7.300 obras que antes del proceso especulativo se valoraban en 131 millones.

En ese país y en otros la inversión en arte también ha tenido una evidente finalidad de evasión fiscal y se apunta la no dudosa finalidad de blanqueo de dinero.

En este momento las compras son muy selectivas y en España las cotizaciones se han reducido notablemente en 1991 y 1992, porque la situación en nivel de precios de autores con mercado y firma similar cualquiera que sea su origen, en los grandes galeristas de Nueva York y otras importantes ciudades con amplios mercados, tienen una homogeneidad de cotizaciones, de las que no pueden escapar los autores que cotizan en el mercado español. Las inversiones puras con finalidad de conseguir rentabilidad en estos mercados deben contemplar su complejidad y canalizarse a través de expertos de confianza. Los compradores que pretenden simplemente iniciar o engrosar su colección, aunque no pierdan de vista que se trata de valores reales, han de tomar en cuenta además de sus gustos o preferencias, la situación específica de la cotización de los autores que demandan, porque no es tampoco uniforme el mercado local, ya que el marketing y la estrategia de presentación utilizadas por los galeristas y casas de subastas "adornan" unas u otras firmas según su conveniencia.

De todas formas la valoración es un tema espinoso y por supuesto las garantías exigen actuar a través de los canales normales del mercado para los autores actuales. En función de la categoría de la firma y de las obras, cuando se trata de autores ya fallecidos, es importante la certificación de autenticidad por expertos de galería de reconocida solvencia, firmas internacionales de subastas o museos.

En la actualidad se emplean para determinar si una obra es auténtica ("expertizar" que significa determinar si una obra es ciertamente lo que aparenta ser), un sinfín de técnicas en el campo del análisis químico y atómico que permiten datar las obras y identificar los materiales realizando fundamentalmente esta labor experimentados restauradores. Se emplean por los especialistas determinadas fórmulas para expresar el grado de seguridad en los resultados del examen de una obra. Por ejemplo, la indicación de nombre y apellidos del autor, significa que se está seguro de que la obra es auténtica, cuando sólo se indican los apellidos, acompañados en todo caso de la inicial, no se asegura la autenticidad, sino que es de la época del artista y que puede ser en parte obra suya; si se hace preceder de la indicación "atribuido a..." ello significa que aunque parece probable que sea del artista a quien se atribuye, por existir contradicción en opinion de reconocidos expertos, no puede afirmarse rotundamente la autenticidad; si se precede de "taller de ..." seguido del nombre del artista, el significado es que la obra está realizada por autor desconocido en el taller del artista referido, pero no específicamente dirigido por el mismo. Cuando una obra se asigna a una escuela y se data aproximadamente, por ejemplo, "escuela española del siglo XVI" esto significa que la obra está realizada bien por un artista español o aun sin serlo trabajando en España y realizada en el mencionado siglo o con arreglo al estilo imperante en el mismo. Si no se indica tras la identificación de la escuela la fecha, esto significa que la obra es de la escuela del país o región que se indique pero no se atribuye a una época concreta. Por otra parte, la firma de los autores y la fecha también puede expresarse con un grado mayor o menor de garantía, y así si se indica "firmado por ..." se está asegurando que la firma de la obra es auténtica o ejecutada con su autorización; por el contrario, si se menciona "con firma de ..." es que no se tiene la seguridad de que la firma es auténtica, estimando que se trata de firma realizada por otra persona sin su conocimiento o autorización. La afirmación de autorización sólo puede establecerse si se tiene constancia real de la misma. En cuanto a la datación en la propia obra, si se indica que está "fechada en ... " o "fechado ..." ello significa que se aprecia que la estampación de la fecha está realizada por el propio artista, en tanto que si se indica "con fecha de ...", ello presupone que la fecha fue añadida por persona diferente del artista.

Los museos disponen de restauradores experimentados que pueden realizar evaluaciones, como igualmente las principales casas de subastas. Las evaluaciones de las salas de subastas son en definitiva las que resultan de las opiniones de sus expertos y usualmente se dan de forma oral, aunque si se demandan por escrito, también las facilitan, pero percibiendo unos honorarios que representan un uno por ciento o más del valor de la obra, dependiendo de éste. De todas formas debe prevenirse que incluso las certificaciones de autenticidad son falsificadas, especialmente cuando se trata de redes de falsificación internacionales que cuidan toda clase de detalles para facilitar sus estafas. Por esta razón numerosos expertos se niegan a extender certificados.

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