productividad en banca

Manuales - Diccionario

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01-01-2015

La productividad global puede medirse por la cuenta de resultados. Pero la cuestión es cómo explicar las oscilaciones del valor añadido. Entonces hay que descender a examinar el comportamiento productivo de cada uno de los factores de esa cuenta de resultados. Ahora bien, en una actividad en la que tanto los inputs como los outputs (salvo los gastos de explotación que son una fracción muy inferior a la que corresponde en el valor añadido en otros muchos sectores) son todos intrínsecamente monetarios, es decir no son magnitudes que se transforman en valores monetarios para su medición, es que su proceso es exclusivamente monetario, la productividad se mide por los márgenes, y veamos por ejemplo un segmento importante, el de los productos financieros:
- de las inversiones crediticias,

de cartera y valores privados,

de cartera y valores públicos,

de intermediarios financieros,

de Banco Central,

de inversiones crediticias en moneda,

de valores carterade valores en moneda,

de intermediarios financieros en moneda,

De todos ellos la cuenta de resultados muestra la cuantía obtenida y que es el resultado de la estrategia y gestión de cada uno de los productos contenidos en estos segmentos de actividad que proporcionan la mayoría de los ingresos. La medida de la productividad específica de cada producto implica una cantidad de factores determinantes muy considerable. Tomemos por ejemplo las inversiones crediticias:

La primera cuestión es verificar la posibilidad de desagregación del producto total de estas inversiones, lo que es relativamente fácil, para luego pasar a distinguir los inputs aplicados a cada tipo de inversiones crediticias. Y aquí hemos topado con el primer escollo grave, cuya enunciación va a ser válida para todos los demas planteamientos que se deben hacer a la hora de tratar de asignar costes a cada actividad.

Conviene manejar un símil. En la industria del automóvil la determinación de la productividad de la planta de montaje no plantea ningún problema. La medición de la producción y el resultado de la aplicación de una u otra técnica o una u otra organización se puede estudiar sobre el papel y contrastar en poco tiempo con la práctica. Más difícil es medir la productividad de la División de Estudios y Proyectos de esa industria e igualmente medir la productividad desagregada del resultado de la política comercial de la firma, porque ahí se mezclan factores endógenos de esta división y exógenos, importados de las divisiones precedentes e incluso de las que podríamos denominar exógenas externas en varios frentes: competencia, coyuntura económica, fiscalidad, etc.

Pues bien, volviendo a la medida de la productividad de las inversiones crediticias, resulta que, por sí sólo su resultado o productividad tiene la misma complejidad de determinación que la correspondiente a uno de los productos de la fábrica de automóviles y, además, una añadida de transcendental importancia, que es la asignación de los inputs financieros strictu sensu, y los restantes, mucho más imprecisos que en el sector tomado como ejemplo, y que podemos enumerar aproximadamente:

a) Para cada cien unidades monetarias aplicadas a un determinado producto de inversión financiera, necesitamos cien unidades monetarias que corresponden a los productos que originan los llamados costes financieros. La primera cuestión es qué tomamos como costes de esas cien unidades: ¿las mismas que para otras 100 unidades de ese o de otro producto de inversión, de ese plazo o de otro plazo? Normalmente tendremos que quedarnos en una asignación promedio del coste del pool de recursos, aunque con técnicas apropiadas podemos realizar una asignación en base a un modelo simétrico de activos y pasivos, cuestión que precisa correcciones de las coberturas de los riesgos de tipos de interés, puesto que el balance en la realidad jamas sera simétrico. Esto significa que automáticamente imbricamos la productividad de este producto de inversión al resultado de la productividad de todos o unos cuantos de los productos que proporcionan recursos, en cuanto al coste financiero de esos recursos.

b) La prima de riesgo esta normalmente incluida en los ingresos del producto, pero debe considerarse el coste de cobertura de riesgo que en la cuenta de resultados aparece conjuntamente con el resultado del saneamiento de créditos por dotaciones, recuperaciones y aplicaciones. Es evidente que tiene el mayor interés conocer el coste desagregado por este concepto de cada producto para evaluar su producitividad específica.

c) Para cada cien unidades monetarias aplicadas al mismo producto de inversión al que hemos supuesto nos referimos en el apartado anterior hay que asignarle unos inputs de estructura directa e indirecta. Tratemos de descomponer:

1) Costes de personal. Hay que dilucidar el consumo en esta clase de costes que supone la obtención y el mantenimiento de esa inversión. Es aquí cuando por primera vez y sólo para determinados productos tiene alguna posibilidad de determinación individualizada el coste de personal como input directo, pero queda pendiente la asignación del input personal como coste indirecto, en funciones de apoyo específico, al margen los costes que habrá que asignar por este concepto por mantenimiento y desarrollo del conjunto de la actividad empresarial.

2) Costes generales de estructura. Igualmente aquí será muy difícil encontrar productos con posibilidad de asignar un coste de estructura específico. Nuevamente deberá recurrirse al pool de costes para asignar en un reparto convencional la parte que corresponde al producto que estamos considerando. Sin embargo, algunos de estos productos tienen posibilidades de medición cuantitativa al margen de la monetaria: tiempo de ordenador consumido y de terminales, número de operaciones tratadas en un espacio temporal o físico y relaciones entre ciertos costes de tecnología asignados específicamente, por ejemplo, los cajeros, aunque éstos tienen también diversas funciones, eso sí muy delimitadas y fáciles de medir. Pero la productividad de los cajeros, aisladamente considerada, de poco serviría, como no fuera para, en muchas empresas bancarias, desmontarlos.

Naturalmente, para seguir desarrolando la problemática de determinación desgregada de la productividad de las empresas bancarias, necesitaríamos un tomo o más que desarrolle y normalice los procedimientos, y sólo es posible en forma resumida una exposición del problema para que pueda apreciarse su complejidad. Ahora bien, el planteamiento de las estrategias de incremento de productividad tiene finalidades inmediatas y de proyección futura, porque en el día a día es necesario y urgente reducir los costes e incrementar los ingresos dado que se aprecia claramente un estrechamiento de los márgenes, tanto a nivel de numerosas entidades como del conjunto del sector en España, tendencia que por otro lado es universal en el negocio bancario. Y es que la productividad de los bancos y demás entidades pertenecientes al sector bancario está puesta en cuestión. En los últimos años se han producido problemas bancarios en bastantes países y en los momentos actuales a nivel mundial se ha acuñado un concepto: "fragilidad financiera", precisamente inspirado en lo que se considera problema que a quien más afecta es a la comunidad bancaria. Esto no significa que el sistema bancario a nivel mundial esté amenazado, como se puso de manifiesto en una reunión de expertos sobre la estructura y la regulación bancaria celebrada en septiembre de 1990 y promovida por el Comité de los Mercados Financieros de la OCDE, que estudiaron las tendencias más recientes y los cambios que se esperan para lo que queda de siglo en el Sector Bancario.

Se ha llegado a la situación en que el avance de los procesos de ajuste de costes, por una mayor eficiencia tanto en la adaptación de las estructuras a la evolución de los mercados, como en el aprovechamiento de las tecnologías y la mejor calidad de la gestión, no han llevado el ritmo adecuado para dejar hueco a una serie de factores que succionan partes considerables del beneficio bruto antes de impuestos. Por lo tanto, estas cuestiones exigen una atención muy detenida de los gestores de las entidades y por supuesto de los poderes públicos, puesto que existe una influencia decisiva de los mismos sobre los resultados bancarios, vía política monetaria, coeficientes, gasto público, restricciones normativas, etc. y lo que es más importante, una evidente necesidad de lograr costes de los servicios bancarios competitivos y que absorban un porcentaje moderado del PIB, porque ese es otro reto que incide en la productividad, que no es otro que el de mantener un nivel de eficiencia que beneficie a la economía real y, consiguientemente, al conjunto de la sociedad.

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