historia del dinero

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01-01-2015

historia del dineroEl dinero surge en su concepción más primitiva como un instrumento que permitía perfeccionar la economía de trueque transformándola en una economía de cambio en la que el elemento intercalado era precisamente el dinero, pasando así, del cambio dificultoso de "A" por "B", al de "A" por dinero y dinero por "B", lo que significa un avance enorme al no precisar la igualación de valores que había que buscar en la primitiva economía de trueque. Pero abundan los economistas que fundamentalmente piensan en que la unidad de cuenta para medir los valores de las cosas y poder simplificar las comparaciones e incluso los trueques es anterior a la aparición del dinero, de manera que el conocimiento del concepto de unidad de cuenta hizo concebir el dinero como expresión material y manejable de cantidades de unidades de cuenta o fracciones de las mismas. No es necesario contar con pruebas de que determinados pueblos apreciaron el valor de las cosas ayudados por unidades singulares que se instituían por convención, aun sin proponérselo formalmente. Si se observaba un grupo de ovejas o de cualquier otra clase de ganado o bien un grupo de vasijas iguales llenas de grano, dado el nivel de inteligencia manifestado en otros aspectos por pueblos como el egipcio o el babilónico en épocas incluso anteriores a las primeras dinastías monárquicas, es fácil deducir que aquellos hombres fueran capaces de tomar como medida de valor cualquier ser vivo o materia inerte con la característica de poder individualizarla y sustituirla o canjearla por cualquier otro u otra dentro de su grupo o especie (propiedad conmutativa) por apreciarlas como de valor o utilidad equivalente. Una prueba evidente del uso de una unidad de cuenta es el karü de cebada que aparece en tablillas de barro en el Templo de Ouronk, que corresponde a la civilización de Sumer de hace seis mil años.
Aunque son muchos los tratadistas que encuentran como expresión formal del dinero la moneda, que como tal se usa en Grecia y Roma, ya existía en el Egipto antiguo un patrón de valor, el shat de oro utilizado en los llamados "censos del oro y de los campos" y que también servía para llevar a cabo sofisticadas operaciones de carácter patrimonial y de rentas, por lo que es muy atrevido negar la existencia de un dinero escritural como medio de representar la acumulación de riquezas y los derechos de crédito. El dinero tuvo su primera representación física en la moneda con valor intrínseco, es decir, se adoptó por apreciación generalizada una unidad de cuenta cuyo valor era apreciado y se la convirtió en instrumento de cambio para cualquier clase de objetos o bienes. Ya no se cambiaba cualquier bien por cualquier otro bien, sino unos determinados bienes por una cantidad de monedas en las que se expresaba el valor de los mismos. Se había iniciado la economía monetaria.

Al principio la moneda era cualquier producto de uso muy general y con un valor más estable que la mayoría de los otros productos, bien por un cierto equilibrio entre su producción y consumo, bien por un esfuerzo uniforme en su obtención. Por consiguiente, en cada sitio y época se empleaban en tiempos muy remotos productos o bienes de toda clase como cereales, pieles, animales, especias, armas y otros muchos, hasta llegar a los metales nobles. No hay que creer que el comienzo del uso de éstos últimos hizo que se abandonara el empleo de otros elementos. Es más, en algunas civilizaciones de evolución muy lenta se utilizaron diferentes mercancías por varios milenios.

Los metales y no sólo los nobles, fueron sustituyendo a los demás artículos usados, como moneda, empleándose al principio en trozos, láminas o barras y acudiendo a medir el valor en función del peso. En el siglo VIII a. C. se encuentran monedas acuñadas en Grecia.

Al principio, las monedas eran fabricadas por los poderosos, por los que acumulaban riqueza y entre ellos por los príncipes y más tarde por soberanos y emperadores. A medida que crece la difusión de la moneda y las acuñaciones, se van apreciando los inconvenientes que acarrea la falta de regulación en el derecho y los que ejercen el poder político perciben que su creación o su legitimación puede beneficiar a sus intereses de dominio. Así nace el monopolio de acuñación o la estampación con un sello oficial de las monedas por el Estado. La más antigua serie de monedas de acuñación pública de Grecia data del siglo VII a.C. y comprende el talento de oro, la mina, el dracma y el óbolo de mayor a menor. Las peculiaridades en la acuñación de moneda, en el monopolio, en la devaluación por medio de rebajar el contenido de metal noble e incluso el peso, así como los valores de equivalencia entre los diferentes metales utilizados para fabricar monedas, surgieron pronto y se mantuvieron casi sin evolución a lo largo de los siglos.

La función de la moneda como dinero en sentido pleno (medio de pago con poder liberatorio, instrumento para acumular riqueza y para otorgar crédito) se encuentra ya en el siglo V. a.C. en Roma y otros pueblos de la península italiana. Multas y penas se redimían entregando monedas (dinero), los préstamos se hacían en moneda y se estipulaba su devolución en igual forma. En el siglo III a.C. el Estado Romano impone el uso de su moneda (circulación forzosa), prohibiendo acuñaciones por particulares y autoridades de pueblos tributarios. Con ello, se amplía la difusión de la moneda y se perciben mejor algunas de sus propiedades. En esta época el derecho positivo regulaba todo lo concerniente al dinero, que empieza a tener un valor escritural, por estipularse numerosos contratos en valores expresados en cantidades de ciertas monedas. Es más, el Estado al iniciar el proceso de la creación de moneda con respaldo público, practica la concepción nominalista de la moneda, aunque en principio el valor facial o de cuño, coincida con el valor intrínseco. La "Lex Flaminia" de reforma del sistema monetario romano del año 217 a.C., se conoce como la primera devaluación de la moneda, al reducir su peso y mentener su valor de cambio, lo que representa el inicio oficial del principio nominalista y del dinero de curso forzoso, a través del cual el Estado se procura ingresos. La inflación en Roma a partir de entonces, con épocas de mayor o menor intensidad, era sufrida y comentada por los ciudadanos como lo es hoy, a pesar de que todavía el dinero era casi exclusivamente monetario, y decimos casi exclusivamente, porque ciertos documentos probatorios de depósitos de valores o metales preciosos se usaban aunque muy poco para hacer pagos y, en consecuencia, hay que considerar que era otra nueva forma de dinero, antecedente de los billetes y de los cheques.

Pero en aquélla época, en China se iniciaba la moneda fiduciaria. Bajo la dinastía de los Han siendo emperador Wu Ti (14087 a.C.), se adoptó como moneda de gran valor, el p’ipi, trozo de piel de gamo blanco cuadrada a la que se le asignó un valor de 400.000 piezas de cobre y que circulaba junto a monedas de plata de inferior valor. El gobierno se reservaba la emisión de la moneda. Después de la caída del Imperio Romano y cuando los pueblos de Europa se hunden en la oscuridad de la Edad Media, se inicia a mitad del siglo VII en China, bajo la dinastía de los T’ang, la creación de moneda fiduciaria de papel, prácticamente diez siglos antes que en Europa, y el texto de los billetes dejaba bien sentado que se trataba de moneda de curso legal y que los falsificadores serían decapitados. De nuevo en el siglo X se emitió papel moneda, pero al mismo tiempo circularon documentos semejantes a cheques (pienhuan), denominados medios de cambio, y eran usados en las operaciones de los comerciantes importantes, que si bien en principio eran emitidos por estos comerciantes, en poco tiempo fue regulada su emisión en forma que sólo podían ser emitidos por los funcionarios imperiales de ciertos organismos, como las oficinas de recaudación. En China, dada su extensión y las diferencias políticas y económicas que caracterizaron las sucesivas dinastías, la cuestión monetaria tuvo desde el siglo VI hasta la caída del imperio Ming y la penetración de los europeos, una gran importancia en el gobierno de tan vasto estado. Casi siempre la moneda, emitida por los funcionarios del emperador, era de inferior valor intrínseco al facial o de prácticamente ninguno y se recurrió en muchas ocasiones al curso forzoso. El papel moneda, además de las dos experiencias mencionadas, tuvo otras muchas, algunas de carácter privado. Un antecedente de privilegio de emisión de billetes de papel se detecta en la ciudad de Yitchen a fines del siglo X, en el que se autoriza a dieciséis comerciantes prominentes a emitir una especie de cheques al portador convertibles en moneda metálica a la vista, reduciéndose la diferencia con el billete al hecho de que devengaban una comisión a la conversión. Cada comerciante firmaba sus cheques, pero estaban "normalizados", ya que eran impresos en rojo y negro en el mismo papel por procedimientos secretos al igual que un código de identificación. El privilegio les imponía ciertas cargas en beneficio público. El sistema funcionó casi cincuenta años y se expandió a toda la provincia el uso de estos billetes, hasta que por falta de cobertura, algunos de los banqueros suspendieron pagos, produciéndose el consiguiente pánico, lo que dió lugar a la "nacionalización" de la emisión de billetes por la administración pública en el año 1023.

Es admirable que en aquélla época, China contara con regiones tan prósperas en lo económico y financiero que permitieran el establecimiento de normas sobre el volumen de las emisiones de billetes y el porcentaje de cobertura. En un siglo, el papel moneda se había extendido por toda China, pero como consecuencia del abuso de poder, hacia el año 1090 se inició un crecimiento desmedido de las emisiones que terminó con el papel moneda en 30 años, pues, al final, su valor efectivo no alcanzaba ni el uno por mil del valor nominal. La historia se repetiría muchas veces más hasta nuestros días y no sólo en China, y seguirá produciéndose. El valor nominal del dinero lo establece una norma legal. Pero si esa norma permite su convertibilidad en otra moneda con valor intrínseco, debe mantenerse cobertura suficiente para atender el canje y los volúmenes de billetes deben guardar relación con la exigencia de la actividad económica pues, de lo contrario, rápidamente el billete deja de ser convertible y, por consiguiente, de usarse, a menos que se imponga la circulación forzosa. Esto se comprobó repetidas veces en China y en Occidente. La experiencia más vasta se produjo bajo los grandes Ming, con la emisión de papel moneda uniforme para todo el Imperio y el decreto de su circulación forzosa, siendo castigados severamente los infractores, a pesar de lo cual las emisiones desproporcionadas impidieron la implantación definitiva del billete, que desapareció de nuevo (1375 a 1488). No obstante, el tiempo que hubo circulación fiduciaria forzosa en China en aquella época, es mayor que el que lleva el mundo actual desde la implantación generalizada del curso forzoso en el que ahora estamos.

En Europa la moneda metálica depreciada no es la única utilizada como dinero, al menos de manera significativa. El billete de banco en Europa nace en Suecia en 1656, ideado por Palmstruch y pasa en seguida a Inglaterra y otros países. En principio y hasta época bien reciente, el billete es una moneda fiduciaria, porque legalmente se establece que es convertible en moneda metálica con valor intrínseco. El rápido crecimiento de la actividad industrial impulsó desde mediados del siglo XVIII el uso de medios de pagos diferentes de la moneda metálica, no obstante las experiencias desastrosas, como la impulsada por John Law, escocés afincado en Francia y que con ocasión de la situación de bancarrota del Estado a la muerte de Luis XIV, propone la creación de un Banco de emisión y descuento, dado que los efectos públicos que venían a ser billetes emitidos por el Estado se encontraban totalmente desacreditados. Law idea que el papel moneda tenga como garantía el producto de los impuestos y de las compañías. El 2 de mayo de 1716 se concede a Law el privilegio de creación de un Banco general, de carácter privado, que es autorizado a emitir billetes en "escudos de banco" de peso y ley del día de la emisión, cuyo reembolso se debía producir en la misma calidad de moneda, con cuya medida se trataba de contrarrestar el malestar existente por la diversidad de acuñaciones de la misma moneda con distintos pesos y leyes, por lo que fueron bien acogidos los billetes de la "Banque Générale". No se impuso ningún límite a la emisión de billetes en función del metálico, y las operaciones de crédito a un interés moderado crecieron espectacularmente, al igual que la emisión de billetes, que al año siguiente ya eran admitidos por el gobierno para el pago de impuestos y por un decreto se extiende el uso de los mismos para el pago, por los depositarios de la Hacienda, de los suministros públicos. En estas circunstancias nada tiene de extraño que las reservas en moneda metálica crecieran en las Cajas del Banco en forma considerable, pero mucho menos que los billetes emitidos.

Law, cuyo plan era la creación de un auténtico holding, consigue que se levante la prohibición al Banco para crear filiales y desarrollar otros negocios y en agosto de 1717 constituye la Compagnie du Mississipi, con el privilegio de exclusividad de comercio con La Luisiana y el negocio de pieles del Canadá. En poco tiempo absorbe la Compañía de las Indias Orientales y obtiene prácticamente la exclusividad para la realización de toda clase de comercio con el exterior, cambiando el nombre por el de Compañía de las Indias. Naturalmente, la mayor parte de las suscripciones se hacen bien con valores depreciados del Estado o con billetes del Banco, en definitiva con capital ficticio. Es interesante observar las evidentes semejanzas entre la especulación de capitales que concluyó con la caída de la Bolsa de Nueva York en 1929 y la enorme bola especulativa impulsada por Law, salvando las distancias y el hecho de que en el caso del Banco general y sus filiales el crecimiento incontrolado de la emisión de billetes fue la base exclusiva que hizo posible la especulación. Obtuvo nuevos privilegios, como el del tabaco, la refundición de la monedas y su fabricación. Para cada nuevo negocio, nueva ampliación de capital en acciones, en gran parte pagadas con valores públicos desvalorizados. Law decide eliminar estos valores y consigue algo increíble: obtener para la compañía el privilegio de la percepción y administración de los impuestos a cambio del reembolso de toda la deuda del Estado, para lo que emite 300.000 nuevas acciones. El Banco General había pasado en 4 de diciembre de 1718, dos años y medio después de su creación, al Estado, cambiando su nombre por el de "Banque Royale", en tanto que Law pasaba a ser Interventor General de la Hacienda. En cuanto a la cotización de las acciones de 500 libras de la Compañía de Indias, en 1719 alcanzan un valor de 8.000 y el 6I1720 llegan a 18.000 libras, cambio más alto antes de la catástrofe, basado en hipotéticos beneficios y en el anuncio por Law de un dividendo del 40%.
En ese momento la circulación de billetes había sobrepasado los 2.500 millones de libras, cifra desorbitada para las necesidades de la economía real y que originó una elevación enorme de los precios, reflejada en la depreciación del billete frente a la moneda metálica. Al mismo tiempo se llega al convencimiento de que los beneficios de la Compañía de Indias son exiguos para el volumen de capital. Se inicia un proceso de pánico y a fin de enero de 1720 se decreta el curso forzoso de los billetes, lo que precipita más su depreciación confiriendo la administración del Banco a la Compañía y un mes más tarde autoriza a los tenedores de acciones de ésta a convertirlas en billetes. Todavía en mayo trata de reducir todo el papel a la mitad y en los dos meses siguientes pone en marcha otras medidas como la emisión de rentas en moneda metálica con objeto de reembolsar billetes y la apertura de cuentas corrientes garantizadas contra la depreciación monetaria. Ninguna de estas medidas puede frenar el pánico de los poseedores de billetes o acciones y el 10X1720 un decreto real deja sin valor los billetes, ordenando otro de 26I1721 la liquidación del sistema de Law. Los efectos de este desastre perduran durante lo que queda de siglo y nadie quiere oir hablar de un Banco de emisión, ni de billetes ni de fondos públicos. El crédito estaba envilecido y todo ello fue producto de una especulación desaforada de carácter monetario. Se fabricó dinero sin justificación. Law no tuvo en cuenta las funciones del dinero que ya habían sido enunciadas por Aristóteles: instrumento para realizar los cambios, unidad de valor y reserva de valor o medio de acumulación de riqueza pues con ello queda claro que la creación de dinero exige una auténtica demanda del mismo.

En distintos artículos y términos encontrará el lector información sobre el proceso de creación de moneda fiduciaria, esto es de billetes de Banco, hasta llegar al curso forzoso de los mismos, o sea al dinero de papel establecido por el poder público como medio legal de pago con pleno poder liberatorio.

El dinero adopta durante siglos exclusivamente la forma metálica con las excepciones mencionadas de China y en la Edad Moderna en el mundo occidental comienza ha introducirse el billete a mediados del siglo XVII, pero su uso es muy reducido salvo las experiencias nefastas a que hemos hecho mención porque muestran la fragilidad de la moneda de papel frente a la metálica con valor intrínseco. Por eso y por la falta de una estructura apropiada, como son los bancos de emisión con normas estrictas, tiene que transcurrir todo el siglo XIX en el aprendizaje del uso del billete como dinero y la incorporación de una nueva forma de éste que es el dinero bancario, esto es los depósitos de dinero disponible a la vista, que si bien eran practicados desde hacía varios siglos no constituían todavía un elemento significativo de la masa de dinero líquido apto para realizar pagos.

El dinero en depósitos bancarios es efectivamente la siguiente forma que en la evolución del dinero aparece y no sería la última, puesto que desde los años 70 es ya significativo el volumen de transacciones que se realiza con el llamado dinero "electrónico" es decir, del uso como instrumento para realizar pago de las tarjetas de crédito. Estas nuevas formas de dinero complican considerablemente el control del volumen de dinero en circulación.

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