01-06-2017
Finalmente, después de realizarse el programa se procede a su evaluación. No se puede predecir el resultado de la formación, pero si ésta se lleva a cabo de manera consistente, con un propósito, y reforzada en el lugar de trabajo, es un arma que forma la base para la mejora continua.
La formación se debe tratar en la organización como una inversión que ha de ofrecer un rendimiento, y que debe contribuir a los resultados organizativos.
El encargado de la formación es la persona que responde ante la dirección por la utilización de un conjunto de herramientas y técnicas cuyo objetivo es conseguir el desarrollo de los conocimientos necesarios para la mejora del rendimiento de los individuos, los grupos y la organización.
Sin embargo, no es responsabilidad del encargado de formación garantizar que las técnicas repercutan en los resultados operativos. Esta es una responsabilidad que corresponde al director de línea o mando intermedio.
No obstante, si la formación no quiere perder credibilidad y pretende mantener la buena imagen que ha logrado debe proceder a estimar de algún modo el impacto de sus esfuerzos. La evaluación, entre otras ventajas, puede demostrar la utilidad que tiene para la empresa la inversión en formación, proporcionar información para mejorar el diseño, organización y aplicación de los planes formativos, indicar si siguen existiendo necesidades y mostrar los beneficios y costes que se generan.
Por último, no debemos olvidar que en todo proceso de calidad la parte principal reside en las actividades de prevención, ya que éstas contribuyen a aumentar la calidad reduciendo el número de fallos. En la gestión de la formación, por tanto, es fundamental detectar bien las necesidades de formación y diseñar los programas de formación adecuados. Las inversiones en prevención de errores reducen la necesidad de invertir en evaluación y corrección de fallos.